Fuente: Página de la bibliografía tesis Tatiana Maribel Pozo Quelal[2] |
En relación al copia y pega de la información de Internet, sin tan siquiera referenciar, recientemente, en la presentación de un trabajo sobre el plagio en la elaboración de materiales didácticos para el uso en clase, transcribía una abstracción de la biblioteca de la Universidad de Alcalá[1] acerca de que “el uso cotidiano de la red, facilita acciones como el "copio y pego", además de proporcionar la errónea impresión de que todo está accesible sin aparentes trabas. Esto hace imprescindible conocer las implicaciones legales, sociales y éticas de la información”. Cierto que hoy más que nunca, este mar interactivo de discernimiento en el que chapotea nuestra actividad profesional y, por derivación, intelectual, de manera perenne involucra la recepción, localización… de conocimiento proveniente de la Red de redes, lo que no es óbice para saltarnos las reglas básicas de reconocimiento de fuentes, que también se conoce como créditos. Pero esto no es nuevo. Una o dos veces al semestre, “bicheo” por la red de redes para localizar citas de textos que periódicamente edito, detectando pocas referencias y mucha presunta copia, a veces literal.
Sin embargo, de vez en cuando me encuentro con agradables sorpresas. Arriba te dejo una captura de pantalla de una cita de un texto que edité hace unos años, realizada por Tatiana Maribel Pozo Quelal en el marco de su proyecto de investigación previa a la obtención del título de abogada de los Tribunales de la República de Ecuador, bajo el título “La aplicación del principio de proporcionalidad de la pena en los delitos contra el medio ambiente y la naturaleza, tipificados en el Código Orgánico Integral Penal”[2], En la pág. 28 transcribe parte de un texto que edité en este mismo sitio en octubre de 2013, titulado “Idoneidad, necesidad y proporcionalidad”. En el apartado bibliografía deja incluso el link a esa publicación. Ya me he cansado de preguntar por qué no hacemos como Tatiana, citar, citar… cuando la mayoría de los conocimientos, reflexiones… están con nosotros y necesitan difundirse, “tunearse” en el mejor sentido, matizarse, aplicarse a realidades distintas o peculiares… regenerarse continuamente y cada uno no somos más que gregarios eslabones de esos conocimientos que fluyen por doquier. Desgraciadamente, el censurable hábito de no citar las fuentes es otro de los deportes nacionales.
Hace un año, en ¿Qué cuesta referenciar la fuente? volvía a denunciar el feo uso en Internet, por parte de determinados individuos o perfiles virtuales, de apropiación de ideas ajenas. Al abrigo de la práctica de networking y otras censurables estrategias de refuerzo de la marca personal, estos personajes, que se creen los fundadores de las redes sociales, por haber platicado en dos comunidades virtuales, despliegan una conducta premeditada y en ocasiones al abrigo del también cuestionable cliché de influencer, encaminada a atribuirse los pensamientos, las sugestiones empresariales o cualquier tipo de ingenio engendrado por terceras decentes personas, para luego exponerlas a bombo y platillo en foros, blogs, prensa, conferencias, seminarios, cursos y otros escenarios virtuales y reales, como si fueran propias (para que no me acuses de autoplagio, esta idea la recogí anteriormente en otro texto editado hace una década y pico, titulado “Ladrones de Networking”). Así que no hay que cansarse nunca de dar los preceptivos "créditos" a las ideas ajenas que coyunturalmente nos utilizan para su continua navegación y regeneración. Fuente de la imagen: trabajo de Tatiana Maribel[3].
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[1] Biblioteca de la Universidad de Alcalá, http://www3.uah.es Última vez visitado el sitio: 31/07/2019.
[2] Tatiana Maribel Pozo Quelal. “La aplicación del principio de proporcionalidad de la pena en los delitos contra el medio ambiente y la naturaleza, tipificados en el Código Orgánico Integral Penal”, Universidad Regional Autónoma de los Andes (Uniandes, Tulcán, 2017). Si quieres acceder al trabajo, clickea AQUÍ, cortesía de Uniandes.
[3] Este texto también se ha editado en el Sitio de Manuel, bajo el título "El deporte nacional de no citar las fuentes"