Entorno proclive a esos censurables hábitos

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Vía Enrique, conocí la triste noticia, recogida en varios medios de comunicación, de que otro alto cargo español presuntamente ha engordado artificialmente su curriculum vitae, además de plagiar a diestro y siniestro, tanto en su tesis doctoral como en la ristra de artículos que ha publicado, muchos de los textos editados en la propia institución pública que preside. Mientras leía lo escrito sobre el tema en cuestión, me acordé de la pregunta que hace unos meses me hizo el querubín acerca de cómo se insertaban notas a pie de página en el procesador de textos Word. Una vez explicado, le pregunté para qué quería saberlo, a lo que me respondió que necesitaba insertar las distintas fuentes de donde provenía la información utilizada en el trabajo que estaba redactando para clase. 

Me sentí feliz que un loco bajito, de diez añitos, tuviera esa sensibilidad pedagógica. Tal vez, pensé, el presunto plagiador, directivo de un organismo público con más de medio siglo de historia, si en verdad ha cometido esos actos, crecería en su niñez y adolescencia en un entorno proclive a esos censurables hábitos, porque, a no ser que sufra una grave deficiencia psíquica que propicie no entendimiento de lo que está bien y de lo que no, puede ser difícil comprender que una persona que nos representa falsifique, plagie… Incluso, cabría preguntarse: ¿Si hace eso, que es relativamente fácil de descubrir, qué otras cosas habrá o podrá…? En fin. Como dice el dicho, "de todo hay en la viña del Señor". Iluso de mí, con razón pensarás (Fuente de la imagen: mvc archivo propio).