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Asimismo, por textos como “De vuelta al PPF”, “Poco honorable”, “El comienzo del camino”, “Cambio de paradigma”… sabes mi cruzada contra ese “copia y pega” porque sí (o por la cara), sin ni siquiera referenciar la fuente o procedencia. En el lejano (año 2003) y explícito “Copia y pega”, apuntaba incluso este insano hábito en el ámbito profesional o empresarial. En “Traje a medida en Compliance”, reflexionaba sobre los copia y pega en los programas de cumplimiento normativo en mi país y que de la idea inicial de “un traje a medida” a cada empresa, en materia de prevención de riesgos, se ha pasado a una total prostitución del concepto por parte de advenedizos y temporeros, que utilizando para sus intereses el inadecuadamente denominado low cost compliance, intentan hacer negocio importándole tres pepinos la inutilidad de lo que ofrecen. En cuanto a esto de escribir en bitácoras virtuales, en el texto “Claves para un bloguero” recogía las diez claves de David de Jorge, editor de Robin Food, para ser un buen bloguero. El primer consejo era escribir con pasión; el segundo era “huir del copia y pega”.
Pero la cuestión va más allá del simple copia y pega. En “Ladrones de Networking”[1] denunciaba el feo uso en Internet, por parte de determinados individuos o perfiles virtuales, de apropiación de ideas ajenas. Al abrigo de la práctica de networking y otras censurables estrategias de refuerzo de la marca personal, estos personajes, que se creen los fundadores de las redes sociales, por haber platicado en dos comunidades virtuales, despliegan una conducta premeditada y en ocasiones al abrigo del también cuestionable cliché de influencer, encaminada a atribuirse los pensamientos, las sugestiones empresariales o cualquier tipo de ingenio engendrado por terceras decentes personas, para luego exponerlas a bombo y platillo en foros, blogs, prensa, conferencias, seminarios, cursos y otros escenarios virtuales y reales, como si fueran propias. ¿Qué cuesta referenciar una foto, una idea, una noticia, un pensamiento? Para algunos, mucho. F. Socorro[2] apuntaba la siguiente reflexión: “Se puede decir que la conducta orientada a ganar prestigio con ideas ajenas, en cualquier cargo o nivel de conocimiento que se presente, es una enfermedad organizacional que debe ser identificada, combatida y erradicada en cualquier área o empresa donde se encuentre”. Fuente de la imagen: mvc archivo propio.
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[1] Velasco Carretero Manuel. Sitios visitados el 14/07/2018.
[2] Socorro, Félix. “El Síndrome de Anát: Ganar prestigio con ideas ajenas”. sappiens.com. 2004.